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RUGGERO RAIMONDI: "Trabajar con Muti nunca
ha sido interesante"
in Opera Actual website
Falstaff,
Don Giovanni, Scarpia, Felipe II, Boris Godunov... Ruggero Raimondi es
un cantante polifacético y difícil de clasificar. Después
de treinta años de carrera ininterrumpida, en la que ha llegado
a besar la gloria de las superestrellas, todavía sorprende con
la incorporación de nuevos personajes a su amplísimo repertorio.
El último ha sido un refrescante Don Pasquale.
ÓPERA ACTUAL: Es
difícil encontrar una definición para su voz: ¿bajo, bajo-barítono,
barítono? ¿Cómo se define?
Ruggero Raimondi: Comencé
como bajo, pero entonces sabía que más adelante haría
incursiones en un repertorio más agudo, como después así
ha sucedido, con papeles como Yago, Falstaff o Scarpia. Siempre he pensado
que etiquetar a una persona es negativo; lo importante es que el público
en el teatro reciba emociones. Yo intento que así sea y ésta
es mi principal preocupación cuando elijo un nuevo papel para mi
repertorio.
- Ó.
A.: ¿Cómo elige sus papeles?
- R. R.:
Sobre todo trato de convencerme de que sea una parte que me diga algo
especial, que me interese. Después, naturalmente, tomo la partitura
y la leo con atención buscando las dificultades puramente vocales
que esa parte tiene. Cuando me doy cuenta de que puedo superarlas, lo
hago.
- Ó.
A.: Naturalmente, usted no cree en especializaciones en un repertorio
concreto.
- R. R.:
Es difícil negarse cuando se tiene la oportunidad de interpretar
personajes tan importantes como Boris, Yago, Felipe II o Don Quijote.
Lo hermoso del teatro es, precisamente, la oportunidad que te ofrece de
meterte en personajes increíblemente diferentes.
- Ó.
A.: Entonces considerará fundamental la vertiente actoral de un
cantante.
- R. R.:
Un cantante debe tener voz, es cierto, pero ante todo debe ser un intérprete
y la voz no es el único medio para poder conseguirlo.
- Ó.
A.: Uno de los aspectos más importantes de su carrera ha sido su
participación en numerosas películas, como "Boris Godunov,
Don Giovanni, Carmen" o "Tosca", esta última para televisión.
¿Estudió arte dramático o ha ido aprendiendo a base de experiencias
en el escenario?
- R . R.:
Creo que mi trabajo con grandes directores de escena ha sido muy importante.
A través de ellos he conseguido sacar de mí mismo las expresiones
justas para captar la atención del público y con los años
se encuentra la justa medida. Antes me decían que después
de haber hecho una película me volvería frío en el
escenario debido a que la técnica en el cine es completamente diferente.
La cámara la tienes muy cerca y en el teatro hay que enfatizar
la gestualidad.
- Ó.
A.: Últimamente ha incorporado el papel de Don Pasquale a su repertorio,
una parte que resulta sorprendente respecto de su imagen.
- R. R.:
Ésta ha sido una elección especial, porque la decisión
de cantarlo no partió directamente de mí. El director Nello
Santi me había insistido tanto que al final me convenció,
y debo reconocer que tenía razón. Yo tenía muchos
prejuicios sobre este papel, porque se identifica con el fin de la carrera
de muchos cantantes a los que ya no les queda voz y ese prejuicio me impedía
aproximarme a este rol. Sin embargo, cuando me decidí a afrontarlo,
me dí cuenta de que es un personaje dotado de una vida propia muy
profunda.
- Ó.
A.: Su Don Pasquale -que recientemente ha interpretado en el Teatro Comunale
de Bolonia- parece un viejo loco. ¿Es así? ¿Cómo concibe
a ese personaje?
- R. R.:
Lo veo como un hombre que decide casarse a pesar de su avanzada edad para
encontrar a alguien con quien pasar los últimos años de
su vida, pero no se imagina que Malatesta le conseguirá una chica
de dieciocho años. Cuando la ve, pierde completamente la cabeza.
Entonces, a través del recuerdo de su sexualidad, se vuelve completamente
loco. De hecho, yo lo interpreto como un hombre que vive una especie de
locura transitoria cada vez que se aproxima a Norina, que pierde todo
contacto con la realidad. Por eso considero una idea equivocada los prejuicios
que se tienen sobre este papel, porque no es nada fácil; al contrario,
resulta muy comprometido. Para empezar, uno se pasa todo el tiempo en
el escenario y exige una vocalidad perfecta en todo momento.
- Ó.
A.: ¿Por qué últimamente no trabaja con tanta frecuencia
en la Scala como antes? ¿Es que no existe una buena relación entre
usted y Riccardo Muti?
- R. R.:
No, no es del todo así. Desde hace años no trabajamos juntos,
simplemente eso. La verdad es que nunca ha existido una relación
de trabajo interesante con Riccardo Muti. Prefiero trabajar con otros
directores como Zubin Mehta, Daniel Barenboim o Claudio Abbado. Con Abbado,
por ejemplo, uno se encuentra siempre delante de un gran maestro, pleno
de enorme sensibilidad. La relación es fácil y sencilla
en el escenario y se profundiza en múltiples aspectos musicales
con el estudio. El problema es que no siempre se consigue que sea así
con otros directores, aunque, ciertamente, este tema es uno de los que
prefiero no hablar.
- Ó.
A.: En los últimos tiempos canta con frecuencia "Falstaff". ¿Cree
que es un papel que no debería afrontarse hasta haber alcanzado
una madurez interpretativa?
- R. R.:
Hace doce años canté "Falstaff" por primera vez en Ginebra,
pero me dí cuenta de que no estaba todavía preparado para
ello y arrinconé el personaje. Debía haberlo cantado en
la famosa edición de la Scala que abrió la temporada de
1980 con la que debutó Juan Pons. La verdad es que después
de haberlo estudiado durante un mes, me convencí de que no era
el momento adecuado para cantarlo y, de esta forma Pons tuvo su oportunidad:
ahí nació ese gran cantante que es Juan Pons. Ahora me siento
mucho más cercano a este personaje shakespeariano. Un viejo que
vive en sueños y que se encuentra constantemente con la realidad.
- Ó.
A.: ¿Considera importante, cuando se da el caso como en Falstaff, conocer
los personajes según la fuente literaria que los inspiraron?
- R. R.:
Sí, porque de esta forma se consigue que algunas ideas, que algunas
clarificaciones internas del personaje pasen automáticamente a
la interpretación. Lo que hay que evitar es que la fuente literaria
sofoque al personaje operístico. En el caso del Falstaff de Boito
y Verdi, nos encontramos con que las fuentes del personaje son dos. Y
el que ellos crearon al final no es exactamente ni uno ni otro. También
pasa eso con Yago, que tampoco en la versión operística
es el mismo personaje que en Shakespeare.
- Ó.
A.: A propósito de Yago, parece que éste es otro de los
personajes por los que ahora se siente especialmente atraído.
- R. R.:
Así es. Es uno de los papeles que siempre me había fascinado
y lo hice hace poco con Abbado en Turín y lo haré dentro
de poco en Munich con Zubin Mehta.
- Ó.
A.: Siguiendo con Verdi, recientemente ha expresado la idea de cantar
el papel de Simon Boccanegra.
- R. R.:
Es cierto. Es una idea que estoy todavía estudiando pero creo que
me voy a decidir pronto.
- Ó.
A.: Quizá resulte extraño pasar de cantar la parte de Fiesco,
el bajo, a la de Simon, el barítono...
- R. R.:
Quizá cuando hacía Fiesco era Simon o, por el contrario,
siempre he sido Fiesco. No lo sé. La verdad es que son cosas que
tampoco me preocupan; lo importante es hacerlo, si es que me decido a
ello.
- Ó.
A.: No hace mucho anuló su concierto en el Teatro Real de Madrid.
¿Habrá ocasión de verle en España dentro de poco?
- R. R.:
Lamentablemente no tengo en mi agenda demasiadas cosas previstas en España.
Me ví obligado a anular mi actuación en el Real porque estaba
enfermo, pero tengo previsto otro concierto en Barcelona este otoño
[para la probable segunda convocatoria del ciclo "Piano i bel canto"].
- Ó.
A.: Sin embargo, su relación con España va más allá
de lo puramente laboral...
- R. R.:
Sí, porque estoy casado con una española. Fue un encuentro
antiguo; en verano iba frecuentemente a cantar a las temporadas de la
A. B. A. O. en Bilbao e Isabel, mi mujer, era una persona apasionada por
la lírica. En aquella época me enamoré de ella, pero
después la vida nos separó. Me casé, me divorcié
y luego nos reencontramos.
- Ó.
A.: Uno de los bajos que ha realizado una carrera con muchos puntos en
común con la suya es José Van Dam, que tambien ha cantado
papeles de barítono y es asimismo un gran intérprete de
ciertos papeles que se identifican con usted, como Escamillo o Don Quijote.
¿Cuál es su opinión de él?
- R. R.:
Es un cantante por el que siento una gran estima. Algunas veces hemos
trabajado juntos, como en la película "Don Giovanni" dirigida por
Losey. Es un señor. Una de las pocas personas que verdaderamente
estimo en el teatro. Tiene una vocalidad extensa y ha seguido una trayectoria
en la que ha elegido siempre cantar las cosas que más le interesaban.
Él ha cantado también mucho "Lied" y repertorio alemán.
- Ó.
A.: ¿Usted no se ha planteado nunca cantar en alemán?
- R. R.: Lo he
pensado y me lo han pedido muchas veces. Incluso he estudiado "El Holandés
errante". El problema es que si no se habla bien una lengua es mejor no
cantarla. El "Boris Godunov", en ruso, la hice con enorme placer. El "Holandés"
también es muy hermoso, pero el alemán ante todo debe ser
pronunciado de forma perfecta y en el ruso hasta ahora se permitía
un poco más de manga ancha porque se tiene la idea de que fuera
de Rusia la gente no juzgará tu interpretación en base a
la pronunciación de la lengua. -
Marc HEILBRON
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